En tardes como ésta
cuando los suspiros
pesan más que las fuerzas
me humedece el infierno
del pecado.
Peco sin ti pero por ti
pecadora en tus brazos
y sin ellos.
Me muerde la imprudencia
de tu nombre,
me asfixian las tinieblas
de tu silueta lejana.
Busco en las sombras
de tu partida
los dedos de tu boca.
Provoco el aliento
de todos mis labios
para que me escuche
tu otra cabeza.
Refúgiame en tu mirada
de ángel perdido.
Extrae de mí
tus pertenencias.
Permiso te doy para
invadir y profanar
mi territorio con tu boca,
hechizarlo con tus ojos
y reclamarlo con tu espada.
miércoles, febrero 24, 2010
domingo, febrero 21, 2010
Danza de la lluvia
Ese, éste.
Mi mar caribeño:
el telón
que me naufraga
que me navega.
Con intención
se arrea
como una sábana
que será tendida
y en su baile temporero
de olas
me enseña la didáctica
de ser sacudida
me muestra la belleza
de ser estropeada
me exhibe la pureza
de mi naturaleza
el triunfo culminante
de la bonanza
el abrazo prometedor
del aforismo:
la flema,
inexistente es
sin la borrasca.
¡Que inunde!
Mi mar caribeño:
el telón
que me naufraga
que me navega.
Con intención
se arrea
como una sábana
que será tendida
y en su baile temporero
de olas
me enseña la didáctica
de ser sacudida
me muestra la belleza
de ser estropeada
me exhibe la pureza
de mi naturaleza
el triunfo culminante
de la bonanza
el abrazo prometedor
del aforismo:
la flema,
inexistente es
sin la borrasca.
¡Que inunde!
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