miércoles, febrero 24, 2010

Encrucijada

En tardes como ésta
cuando los suspiros
pesan más que las fuerzas
me humedece el infierno
del pecado.

Peco sin ti pero por ti
pecadora en tus brazos
y sin ellos.

Me muerde la imprudencia
de tu nombre,
me asfixian las tinieblas
de tu silueta lejana.
Busco en las sombras
de tu partida
los dedos de tu boca.
Provoco el aliento
de todos mis labios
para que me escuche
tu otra cabeza.

Refúgiame en tu mirada
de ángel perdido.
Extrae de mí
tus pertenencias.
Permiso te doy para
invadir y profanar
mi territorio con tu boca,
hechizarlo con tus ojos
y reclamarlo con tu espada.