En la acera tropiezan los rostros
tal como repiten los segundos tu cuerpo de humo.
Mentir no ayuda
pero andas mirándome en cada transeúnte
repitiéndote:
perfume de veneno
en la nostalgia.
Salpicas en los costados;
perenne látigo de castigadora lengua.Los cláxones no retumban
no desconcentran el dominiode tu llover desde adentro.
Acorralada en los hijos de tu fuego
madre quise ser de su aire.Presiento que te quiero más
en el crecer de esta ciudadque negra hormiguea.
Algo se me ha ocurrido:
vestiré de hormiga amazónica cuando nuevamente pases:
te picaré.
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