viernes, septiembre 23, 2011

De incógnito



En la acera tropiezan los rostros
tal como  repiten los segundos 
tu cuerpo de humo.

Mentir no ayuda
pero andas mirándome
en cada transeúnte
repitiéndote:
perfume de veneno
en la nostalgia.

Salpicas en los costados;
perenne látigo de castigadora lengua.

Los cláxones no retumban
no desconcentran el dominio
de tu llover desde adentro.

Acorralada  en los hijos de tu fuego
madre quise ser de su aire.

Presiento que te quiero más
en el crecer de esta ciudad
que negra hormiguea.

Algo se me ha ocurrido:
vestiré de hormiga amazónica
cuando nuevamente pases:
te picaré.


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