Ella: llaga en su piel que a mí me ardía
ella, que tal vez era de rosa,
ella que tal vez era.
Ella, lámina opaca de papel marchito
en sus bolsas, un mundo en excursión efímera;
ella también era de espinas.
Su melena, sus piernas,
su baba, su mirada curvilínea
sus pies descalzos
a su paso se le caían.
¡Ja! -y yo que venía negando mis zapatillas-.
Ella, ¡errática!, de su saco sacó su peso
-tal vez el único, tal vez la vida-
Pagó la incierta ruta, recogió la nota
de la guagua bajó sin bajar.
Ella que tal vez era rosazul
con espinas ató a mis cabetes este poema
y la vergüenza de mis quejas.
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