El juego del amor lo
inventé en tus brazos
tarde mía
nuestras fuimos
-al oído- dijimos el sentir del corazón
al cerrar sus ojos;
sí oí
sí creí.
Seguía el ocaso
seguía enamorada de las
aves que se retiran
de los balcones que no
veía
del vientre liso que
nace al soñar.
Los sueños tienen
pectoral de hombre
eso me dijo al oído la
tarde.