Cuentan que al
despertar
se desenrolló las piernas.
Dicen
que traía el corazón en la mano
aprovechó
para observarlo
le
acarició esos tristes latidos
que
secuestran la sonrisa.
Dicen que las partículas
de la ciencia noble
sobrepoblaron su alma.
Dicen que se rencontró
con su sonrisa.
Dicen que eran
suspirantes ráfagas
como aquellas de las
luciérnagas de sus quince.
Dicen que ella dormía
y al restregarse los ojos
se deshicieron las
amarras.
Cuenta que al abrir su
corazón le nació un Universo
con ese nombre de
hombre
que desde ese momento
repetiría para siempre.
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