¿Que tal si te inventas algunas semillas
que me hagan deambular en mis gritos?
O mejor:
¿Por qué no un hacerme dormir de tanto suspirar
en los remolinos de tus manos?
Por mi vida:
nunca olvidaré cuando mi corazón se detuvo
fue durante el paralizado latido del primer beso.
Por mi vida:
nunca olvidaré cuando mi corazón volvió a detenerse
era la hora de nuestra primera luna.
Lo sabes
zanjas mis pensamientos de tanto recorrerte.
No lo sabes:
aún no ves ni la mitad de mi reino.
Mientras:
¿Qué hacer hasta la hora en que me respires?
¿decorar mi oxígeno con nuestros próximos amaneceres?
¿adjetivar los efluvios que presiento?
¿ataviar la leña de mi tronco con más llamas?
Pobrecito, te faltaba un nombre
para la eternidad del corazón.
Guarda el reloj:
llegaste a la hora de mis sílabas.