Somos hoja de papel
y como una hoja ajada,
fuimos relegadas
porque desconocían que ambas
compartíamos la misma historia;
la misma evolución
pero de bambú éramos.
De algo más de tres decenas
eran nuestras libras de presión.
En las fibras de morera
iba nuestro humor circulatorio,
esquivando todos los gusanos de la seda,
y en el cesto nos abríamos
como las orugas.
Comprimidas nos pensaron,
pero mutamos,
y fuimos horizonte:
rosado, amarillo.
Y con exquisito gusto
nos tejimos con hilo de seda:
una fibra restaurada; deseada.
Como Verne,
nos fuimos y llegamos,
y antes de Cristo,
ya éramos
porque para Él nos preparamos
y nos nombraron libro sagrado.
Un emperador chino
nos esculpió del bambú
aniquilando un monopolio real
ese que consintieron
las aguas del Nilo
quienes nos alimentaron
cuando nos disfrazamos de hoja,
la etimología griega
nos bautizó papiro.
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