domingo, noviembre 29, 2009

Aparición

Cuando más distraída estoy:
llegas.

Te instalas como cascada furiosa
en mi rostro.

Sacudes las telas
que cubren mis emociones
para dejarlas desnudas,
a la intemperie,
como a un pajarito sin plumaje
bajo la lluvia.

Te acomodas en las caricias
que se alejaron de la puerta.
Vuelas dolorosamente
en las oscuras venas.

Pensé,
creí,
juré -sin mi mano izquierda-
que estabas muerto,
tan muerto como
un parásito alimentándose
de sí mismo.
Y ahora,
tan descarado, tan desautorizado
te apareces,
igual que un maldito inquisidor.

Lárgate
antes de que rescates
los pocos versos que me quedan.

domingo, noviembre 15, 2009

Open house


 

Estoy ansiosa de ti.


Me hago la desentendida


cuando te pienso.


Pero mi cuerpo…


¡Ay mi cuerpo!


Se pasa de la raya.






A él lo invades,


él se rinde


en el primer intento.


Él te responde


con fuegos artificiales,


pancartas, cruzacalles,


pergaminos, murales,


posdatas, epígrafes.




Te envío la ruta


para que a tiempo llegues:


toma el expreso


que llega hasta San Juan.


A la derecha,


en la primera salida


verás un mega letrero


con nombre de virgen


propiedad de los ángeles.




Ignora la luz roja


viola el estacionamiento azul


guíñale al guardia


empuja la entrada;


abrirá sin llave.



sábado, noviembre 07, 2009

Prófugo

Te he buscado en él tránsito


de mis vacías calles,


en la parte alta de las raíces


en la parte baja de los ramajes.




Escribo para encontrarte


en mis manos entintadas.


Te escribo para coleccionarte


en cajas de fuego y mármol.




Te buscan mis cerradas pupilas


cuando se abre la mañana.


Intento encerrarte


en el calor de las sábanas


donde te buscan mis abrazos.




La brisa,


esculpe tu aroma


por donde se desliza mi olfato.




Cuando anocheció,


me miraban las ventanas


descubiertas de tus ojos.




De tertulias silenciosas


me impregno para esperarte.




Dejaste a nuestra bandera


contemplándose el desamparo.




Donde te he buscado,


voy repasando cada instante,


cada espacio entre el cielo y el suelo.


Voy husmeando cuidadosamente


en cada partícula imperceptible


que se cuela en los rayos sin horas.




¡Oh Dios!,


¿mi fugitivo que desvíos ha tomado?


Quién lo hizo ahuyentar


de la sobredosis de mi amor


o de lo insoportable de mi amar.




Sin alternativa para mi peregrinaje,


ando acostada


en un sabatino descanso.


Frente a frente,


converso con el cansancio.


Sin rodeos le pregunto


por el más buscado.



Con la humedad de mis ojos,


la paz de mi almohada


aprovecha para bordar


la efigie de este tríptico encuentro:


la poetisa, el cansancio y la locura.


Y entonces,


al fin, te intercepto.