sábado, mayo 14, 2011

Noche de calabazas



Me he quitado la ropa.

Ahí siguen los dos senos
las dos nalgas
los bajos labios.

Por los pies van subiendo
las ganas de hacer un cuarteto:
de cuatro piernas, cuatro manos.

¡En segundos!,
la mojigata
-que vive bajo mi peinado-
sale a recordarme
la sangre apostólica
de mi calendario.

-Sin remedio-
me tiendo en la cama
a soñarme despierta.

Descarto el ruedo largo
me suelto la melena
sello de rojo la boca
con hilo recorro la entrepierna
aprieto los glúteos
y en tacones me marcho.

Olvido el sostén y la enagua
y  de intenso colorado
con el vuelo de la falda
a los  sanjuaneros adoquines
voy cambiando.
Van las doñas, a codazo limpio
con sus adorados.

Frente a una barra
el humo da luz verde  
al cruce de rodillas
y los bolsillos apostantes
a otra ronda invitan.

Ando, escoltada de una manga larga
y descanso mi nuca en otra almohada.

Suena un bip;
ya son las doce.
Hora de que Cenicienta
se retire de la fiesta



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