Son tiempos de pintura
en que las brochas son brazos extendidos
del tumulto de las calles
de esas calles
atestadas de zozobrantes periódicos.
Son tiempos de tanta música sin música
-chicharras enmarañadas-.
Son tiempos digitales
de un solo mundo, con ciudades deprimidas.
Pero descubrí una Ciudad genuina.
Ciudad: como un manifiesto de mieles
en un tendedero de orquídeas.
Ciudad como un cohete de mariposas encendidas.
Ciudad de descargas eléctricas
en el cielo de los dientes.
Voy a esa Ciudad
con el oleaje de alborotados volantes
como una obrera construyendo primaveras.
¡Oh por favor!: que esa Ciudad crezca
en mi piel, en el crepúsculo de mis ojos cerrados.
Tu boca es esa Ciudad de cláxones azules
y aceras sin fin para desmayarse.
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