Han aparecido de nuevo las uvas
-han tenido que ver tus labios-.
La cama cuece arroz blanco
en las mañanas
los pies guardan descanso
mientras en abrazos
se hierven las habas del almuerzo.
Así dejaron las muecas de ser
sobre mi estómago.
Las puntas de las estrellas
deslizan su estola
develan nuestros cuerpos
mastican entradas
gritan salidas.
Así me traga el aire
desde la astucia de tu mirada
-sabia patria de heroicos plantíos-.
¡A comer!: nos habla dócil lo difícil de las cosas
desborda canastas de peces y otras hazañas.
Suena un piano en nuestros platos desnudos;
el hambre no dejará de danzar.
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