Oigo el escrutinio de aves nuevas en mis entrañas.
Ya no tengo mariposas
se han ido como los marineros
sus alas pellizcaban el dormir
insomne me dejaban
trepidando
a la espera del alma de mi amado.
Él me donaba su cuerpo distante
cuerpo teatro
su cuerpo desconectado
cuerpo trampa
su casi cuerpo
cuerpo vampiro
su cuerpo sin lengua azulada.
En el viento de mis greñas
desaté un torbellino para coronarlo
pero jamás contempló mi boca de oro
vaciarse para alimentarlo.
Desbordada de hambre
-¡con la fe una migaja!-
lo espiaba, lo circula,
lo rondaba, lo rondaba…
De tantas vueltas
fui su balón
lleno de patadas
sin trofeo, sin gol, sin red.