En mí –triturada- pensaba cuando llegaste.
Pero no te vi. No te escuché.
Mis ojos no sabían de los nuevos verbos en el presente.
Mi voz estaba en el silencio
mas pudiste escuchar
cuando posó su mano en su corazón.
Llegaste.
No me percaté.
(Esperaba la ilusión en un viento huracanado,
en un viento que arrancara las raíces adoloridas).
No hubo campanadas de amor.
No hubo flores conquistadoras.
No hubo mariposas desesperadas.
La tarde de tu llegada fue igual
a todas las tardes iguales de mis siglos.
Llegaste con las manos vacías
sin promesas, sin posturas;
por eso no te vi;
no me percaté de tu bálsamo-aroma.
No vi que las flores nacían de tu mirada.
Es que estaba maltratada, encapsulada
en cuarentena…
¡Hombre sabio!:
te arrancaste tus oídos pacientes
para que encontraran mi alma
para que soñaran mi nueva palabra.
¡Escúchala!:
ha nacido para declarar
el beso que me has hecho anhelar.
el beso que me has hecho anhelar.
2 comentarios:
Excelente poema.
Honrada por su visita y por su generoso comentario. Abrazos.
Publicar un comentario