domingo, abril 24, 2011

En guerra avisada



Y a mí solamente me sacudiría
no el que llegues a decorar mi casa
con guirnaldas de caracoles
ni tampoco que me desnuden
tus palabras de girasol
o que  me siembres flamboyanes
para el invierno.

O el que vayas a salir desbocado
a descubrir constelaciones
que lleven mi nombre
ni provoques que con un beso
se unan los miles de mares.

Que ni se te ocurra declamar
entre lágrimas los cien sonetos
y mucho menos consideres cantar
alguna canción desesperada.

Solamente pretendo que me taladres el corazón
con la arena laboriosa del barro encargado de moldearte.

Y solo me estremecería que contaras
cada pizca de esa arena
y me dieras el número
¡la cantidad exacta!,
del peso de su anclaje.

Solo me gustaría
que esté tu proa
en mis amaneceres.

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