martes, junio 05, 2012

Animal en celo



 


¿Quién soy yo para salvar un alma?
Pero puedo maldecir al hombre necio
al que esquiva aquellos días sin remedio en mis paredes
al magnético de estos senos
merodeador erecto.

Quiero sugerirle  trinchera por susurros azules
-¡leñosa ilusión!-
maldito con su mirar daltónico de pala y tumba
maldito al lamer las heridas de sus propios méritos
maldito entre todos los hombres y mujeres
ligeros de pactos y verbos.

Cuánta insolencia
enfrentada a mi sordo hablar
hablar escultor de hocico en muecas
hablar detonador de su marcha certera
Maldito sin niñez, ni indulgencia.
Escocido en mi lástima y bendiciones.

 


5 comentarios:

Arthico dijo...

Ahora ya tienes de que escribir.

Anónimo dijo...

parece una realidad certera

María de los Ángeles Camacho Rivas dijo...

Lo es. Debería ser diferente, pero al menos esa relidad me dio este poema.

Anónimo dijo...

.. es el grito que emerge de un silencio autista de un o una amante... desesperado/a

María de los Ángeles Camacho Rivas dijo...

Que sirva la poesía para el grito y para el silencio.