No pelearé más con los arbustos
(desde hace meses
creció una montaña bermeja
en mi altar
enciende las velas del tictac
que reza arrodillado).
No insistiré en el vacío
de mis sienes.
No caeré de la hamaca
que suele mecerme
cuando el pálpito.
No escribiré venganzas.
No barreré las cenizas.
No taparé mis oídos
al eco las flores.
No besaré hasta cuando y en tanto
los átomos de la magia
se compongan.
No intentaré borrar
las doce letras del amor.
No seré fuerte, ni débil
seré poesía
y sus consecuencias.
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