En lo salobre escapado de la ruta
no queda un retazo del alma.
Adiós al alucinante sudor del verano
a las moscas que amaba
en tu guerra para que no me rozaran.
¿Desde cuándo cruje el garfio
en tus sentidos?
¿Hasta cuándo poseerás mi muerte?
Solo me fueron permitidas las grietas de tu suelo.
Imagino que ya son de acero las hojas del limonero
de espejismos es su fruto
como aquellos interminables dueños de los maullidos.
No queda sol más sol que aquel
más sol domingueante que el café .
Los domingos se exiliaron de la mirada del mar.
¿Dónde y cuándo voy a rezar?
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